Retrato Superlativo
Santiago Peñaranda:
Steve McCurry fotografiando durante el monson, Porbander, India, 1983
El autor de la reconocida foto de "La Niña Afgana", tiene una serie de fotografías sorprendentes tomadas durante las inundaciones del monzón en algunos países de Asia. En muchas ocasiones ha retratado el día a día de las personas que atraviesan las aguas cubriendo las calles. Un audaz y certero disparo o una casualidad que vale la pena celebrar nos ha traído el retrato del retratista durante su actividad, en el entorno y contexto de sus mismas fotos.
No pude encontrar información de la autoría de esta foto, si fuera un@ acompañante o asistente, o algun@ transeúnte con ojo y pericia.
Esta foto me resulta superlativa porque me hace hablar y preguntar. Hablar sobre este retratista, dónde está, cómo está, en qué momento está. Se está retirando o está recién llegando? Hace una pausa después de que unas olas interrumpieran sus disparos? Quién sacó esta foto? Sabe Steve que le han fotografiado?
Este retrato posee la fuerza de la espontaneidad, el peso del personaje retratado, la ocurrencia del contexto, el encuadre escogido que permite ver tanto parte del reflejo sombreado de Steve como dos personas y parte de un edificio de mínimo 2 pisos, así como cableado y un poste.
Victoria Buriasco
Mask Conversation de Tatenda Chidora
Positioning you glasses over the mask! Colocando sus gafas sobre el barbijo!
Are they really smiling behind that mask? Realmente están sonriendo detrás de esta mascara?
How many people have you passed and failed to recognise? Cuantas personas no has reconocido?
For some of us it our chance to hide behind the mask. Para algunos de nosotros es la oportunidad de escondernos detras de estas mascaras.
La Niña Afgana 1984 por Steve McCurry |
Lo dijo barthes en la Cámara Lúcida, «No soy yo quien va a buscarlo [al Punctum], es él quien sale a escena como una flecha y viene a punzarme.(...) es pinchazo, agujerito, pequeña mancha (…); es ese azar que en la fotografía me “despunta” (pero que también me lastima, me punza)».
Miras a los ojos cautos, inquietos de esta niña y casi más la sentís respirar, de esa forma acelerada pero discreta y astuta, como cuando un animal no sabe cómo reaccionar a la potencial amenaza que se aproxima, si salir al pique en dirección a la misma y enfrentarla o en la dirección contraria y huir. Esa mirada es comparable a la de un felino acorralado, meditando sus próximos movimientos. Hay una inteligencia natural, salvaje; una determinación primitiva; un miedo peligroso, pero para el otro.
Esto no está reflejado en el color de los ojos, aunque este sea muy particular. No, esto se vé en su mirada. La forma en la que los músculos alrededor de sus ojos se tensionan, en las leves, casi imperceptibles crestas que se esconden en el límite entre sus cejas y su frente; tal vez en las fosas nasales aparentemente ensanchadas, auxiliando su respiración discreta, atenta. Es una mirada penetrante, “punzante”.
Si a la misma le sumás el hijab roto, rajado o potencialmente quemado -por la textura en los bordes de los agujeros, si estuviese roto o rajado nada más, esa tela se deshilacharía completamente- y mal puesto, dejando entrever de sobra su pelo desprolijo debajo, como es en contra de las costumbres afganas, esa mirada tiene mucha más carga; esa flecha, mayor potencia. Podemos agregar a la ecuación el contexto de guerra que se vivía en Afganistán en el año 1984 en particular, por no decir esa década que apenas iba casi por la mitad. Es más, podemos asegurar que por la mayor parte de la vida de Sharbat Gula -sino toda- hasta este punto, ella no conoció otra cosa que este contexto de guerra; no vivió en otro estado que no sea de alerta, esta misma alerta que podemos ver en todo su semblante en esta foto. Todo esto es lo que logró transmitir Steve McCurry con este retrato.
Podemos mencionar de paso esta armoniosidad en la paleta de colores, constante, que logra disuadir muy acertadamente cualquier disputa sobre cuál debe ser el foco de atención. No permite distracciones: esa mirada gana sobre cualquier otro punto fuerte en el cuadro, seguido por las quemaduras del hijab.
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